Tito, un héroe para recordar
Por Roberto Molina Hernández.
Belgrado, 4 mayo -(Prensa Latina). Nunca en la historia de los pueblos que integraron la República Socialista Federativa de Yugoslavia (RSFY) un sencillo nombre, Tito, tuvo tanto significado y trascendencia, al punto de seguir generando variadas opiniones.
Un día como hoy, 4 de mayo de 1980, falleció Josip Broz Tito, quien fuera presidente de la más poderosa unión de pueblos y naciones de los Balcanes occidentales, respetada y querida en buena parte del mundo por sus posiciones en política exterior, sobre todo en el Movimiento de Países No Alineados del que fue fundador.
Su figura trascendió el ámbito local mucho antes de ser el mandatario de la república naciente, el 29 de noviembre de 1943, en una casona en Jajce, Bosnia y Herzegovina, convertida en museo, pero muy venida a menos incluso para un recorrido turístico.
Se hizo grande en la lucha, cuando como joven de ideas socialistas abrazó la Revolución rusa de octubre de 1917 y consagró su vida a la causa de los obreros, campesinos y desposeídos como militante comunista, por lo que sufrió cárcel y penurias.
Cuando las tropas fascistas de Adolfo Hitler invadieron el Reino de Yugoslavia en 1941, los comunistas de entonces fueron los primeros en oponer resistencia y en formar grupos guerrilleros que más tarde constituyeron verdaderos ejércitos populares al mando del hombre que se convirtió en la piedra en el zapato de los ocupantes.
Nacía la legendaria figura del Mariscal Tito, el seudónimo que se impuso a los numerosos que utilizó en su larga vida clandestina, el héroe de numerosas batallas contra los ocupantes (Kozara, Neretva, Sutjeska) que descolló por su estrategia y táctica de lucha para derrotar al fascismo en este país y liberar territorio por territorio.
Con la toma de Belgrado en noviembre de 1944, comenzaba el andar de lo que después sería la Yugoslavia socialista, autogestora y no alineada presidida por Tito que asombró al mundo por su vertiginoso avance económico y niveles de desarrollo y bienestar de sus pueblos.
Se iniciaba así, hasta 1991 -cuando comenzó el fin de la RSFY-, la más larga etapa de paz y progreso en los Balcanes occidentales, calificado históricamente de barril de pólvora, un apelativo de nuevo en boga en esta región.
Pero incluso después del 4 de mayo de 1980 ya nada sería igual, todo comenzó a desmoronarse.
Faltaron las habilidades e inteligencia del líder para mantener – combinando firmeza con diálogo y tolerancia- la sociedad de Fraternidad y Unidad que logró asentar en los pueblos de Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia.
Ambiciones personales, rivalidades, empleo de la religión para exacerbar viejos rencores y nacionalismos acabaron con el proyecto.
Empero, para mal de sus adversarios, hablar de Tito hoy retrotrae a las personas a tiempos de bienestar (cuando éramos camaradas y vivíamos como señores, es la frase más utilizada).Y para irritación de sus enemigos, hoy miles de personas acuden en Belgrado a su sencilla tumba en la Casa de las Flores que el mismo ideó para rendir tributo de recordación al líder comunista, comandante guerrillero, mariscal o, simplemente a Tito, como está grabado en la losa que cubre sus restos.
Más aún. Quienes realizan cada año este peregrinaje provienen de las ex repúblicas yugoslavas que durante décadas fueron fuertes porque anduvieron juntas y ahora, en desbandada, están enfrascadas en problemas internos y en disputas con sus ahora vecinos.