Putin: Rusia ganará la guerra

Con esta declaración a su círculo más cercano, el gobernante ratificó, el pasado fin de semana, la voluntad del pueblo ruso de aplastar el eslabón nazi que se construía en Ucrania, con la colaboración de la OTAN, en una abierta provocación y cercamiento de la Federación Rusa.
Recordar la Gran Guerra Patriótica y el sacrificio que la Unión Soviética asumió en la Segunda Guerra Mundial en contra del fascismo, dentro de sus propias fronteras y en el resto del mundo, puede ayudar a dimensionar las palabras de Vladimir Putin.
Lituania, otro peón del imperialismo norteamericano, se ha entrometido en el conflicto buscando aislar a Kaliningrado, territorio que, por su valor simbólico, la Federación Rusa protegerá sin contemplaciones.
En este abismo hacia una guerra abierta, a que conduce el militarismo de los halcones de Biden en el Pentágono, el enfrentamiento con Rusia constituye el preludio de la lucha final que será con China.
En Latinoamérica, ha llegado la hora de las definiciones de fondo.
Pareciera ser que la neutralidad es el mejor camino. Sin embargo, gobiernos como el de Chile y otros, han sucumbido al magnetismo del colonialismo imperial, que tiene a ese lugar del hemisferio sur, como permanente patio trasero de los Estados Unidos. Han olvidado que el principal promotor de las masivas violaciones a los derechos humanos, los golpes de estado y del saqueo de las riquezas naturales que impiden el desarrollo de los pueblos, ha sido el imperio del águila calva y sus brazos criminales como la CIA.
Involucrarse en este enfrentamiento tendrá un costo. El gobierno chileno, alineado con la agresión de la OTAN, guardó silencio sobre el genocidio fascista de la población rusa en Donbás, desde el 2014, como del incumplimiento, por Kiev, de los acuerdos de paz de Minsk. Como contrapartida, recibió un aviso el 16 de marzo de este año, con una falla informática ocurrida en el banco del Estado. China, tampoco se quedará con los brazos cruzados.
Los efectos de la guerra en Ucrania, especialmente el aumento de los precios de la energía y los alimentos, elevarán la pobreza al 33,7 % y la pobreza extrema 14,9 % este año, lo que implica un aumento del 1,6 % y 1,1 % con respecto a 2021, respectivamente, alertó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El organismo regional, con sede en Santiago de Chile, aseguró, en su informe «Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?» , que el conflicto provocará que 7,8 millones de personas se sumen a los 86,4 millones que ya están en pobreza extrema y sufren inseguridad alimentaria.
«Estos niveles son notoriamente superiores a los observados antes de la pandemia y alejan la posibilidad de una pronta recuperación», aseveró la Cepal.
Este informe, aparentemente técnico, ha ayudado a encubrir a los monopolios de los grandes grupos económicos que se han aprovechado de la crisis para hacer elevadas ganancias a costa del hambre, así, como la especulación bursátil desatada en esta parte del orbe, con permanentes rentabilidades de la banca.
El estallido social en Ecuador, demuestra que la población, especialmente la indígena, no acepta explicaciones ramplonas que mantienen a pueblos pobres con gobernantes ricos.
El avance de las tropas rusas en Ucrania es imparable y se aprecia una victoria total. Una de las pruebas ha sido la imposibilidad de la aviación ucraniana de recuperar el reducto de la Isla de las Serpientes, en la desembocadura del Danubio, pieza clave para el control estratégico del Mar Negro.
La Armada rusa ya está posesionada en el lugar, dando cuenta de una nueva fase de la guerra con el lanzamiento masivo de misiles crucero. Ejemplo de lo anterior, es el ataque efectuado con un misil de crucero supersónico Ónix, en la región de Odesa, en contra del puerto más grande de Ucrania en el Mar Negro. que, según el portavoz del Ministerio ruso de Defensa, Igor Konashenkov, destruyó una estación de mando ucraniano de drones Bayraktar TB y dos de estos aparatos de producción turca.

En el marco internacional, la derrota del concepto unipolar de dominación, es una realidad. Esto se demuestra en la factible constitución del G8, países dispuestos a construir un diálogo igualitario, de independencia y relaciones mutuamente beneficiosas, conformado por China, India, Rusia, Indonesia, Brasil, México, Irán y Turquía, con un 24,4 de producto interno bruto (PIB) y paridad del poder adquisitivo por delante del G7, compuesto por Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y EE.UU., abandonando progresivamente el dólar como divisa del comercio internacional, en especial para la compra de energía.